domingo, 14 de noviembre de 2010

MI VECINO ES UN “CHOCUANO” O LAS MELODÍAS DEL ODIO

La música, ese instrumento celestial con el que algún dios arcano testó a su descendencia el secreto del universo, puede convertirse igualmente en el peor de los instrumentos para interpretar las melodías del odio y la discriminación. Al igual que otras muestras estéticas y plásticas, una melodía tiene la posibilidad enorme de transportar racismo y denigración cultural.

Los Cantores de Chipuco, acaban de demostrar que para tocar tales sonidos, basta con identificar una figura que genere, sino el odio, la risa fácil de quienes, cada año, aceptan su apuesta musical.  “El chocuano”, se llama el tema que quieren poner de moda en esta temporada y, si lo logran, seguramente convertirán, de nuevo, en objeto de burla a los y las afrocolombianos que, por extensión somos universalizados como “chocoanos” cuando no “negros” o su combinación:

Mi vecino es un chocuano 
(puro saca taca taca tumba)
Mi vecino es un chocuano 
(baila muy bueno; tiene un trasero….. bendito sea mi dios)
Mi vecino es un chocuano 
Anda embambao todo bacaniao
24 horas al dia se mantiene emparrandao
Se emparranda una semana y deja al barrio trasnochao 
Bájele… que tengo que madrugar
Deje de quejarse tanto y venga salgase a gozar (esta muy duro)
Bájele… que tengo que madrugar
Si me echas la policía con gusto le pongo mas (bájale un poquitico) 
Mi vecino es un chocuano  (toco unirnos a la parranda)
Mi vecino es un chocuano

Los Cantores de Chipuco caen, una vez más, en el juego estereotipado de reducir la cultura popular al chiste y el gracejo ramplón sin importar qué se diga ni de quien se dice. La pregunta es si con ello logran algo más que vender discos o por el contrario lastiman de manera grave las relaciones intersubjetivas entre el grueso de las y los antioqueños y los venidos del Pacífico y nacidos en la ciudad que, según proponen estos cantores, son señalados al universalizarles como “vecino chocuano” “bulloso”, “visajoso”, que se mantiene “emparrandao 24 horas al día”, “embambao todo bacaniao”, que “baila muy bueno y tiene un trasero” que “se emparranda una semana y tiene al barrio trasnochao”, incivilizado, que no atiende la petición de “Bájele”.

El “chocuano” de esta canción es insociable, no respeta, hace bulla sin descanso (luego no trabaja y es vago), tal como siempre se ha sostenido de los afrodescendientes, sin considerar que su trabajo construye ciudades, humea en las fábricas, levanta casas, calles y grandes obras, así como siglos atrás sostuvo la economía colonial. La pobre y detestable imagen del afrodescendiente convertido aquí en “chocuano”, dibuja estereotipos desdeñosos que le hacen ver como un sujeto indeseable, alborotado, superficial y antisocial, que altera la convivencia con prácticas festivas eternizadas (24 horas, toda la semana). ¡Faltaba más tener que bailar al ritmo de semejantes improperios!

Además de la retahíla discriminatoria, si alguien alguna vez ha vivido en una pensión, como lo hacen muchas y muchos estudiantes universitarios del Pacífico y del Atlántico en nuestra ciudad, difícilmente daría crédito a este estado sempiterno de rumba que supuestamente identifican los denominados Cantores de Chipuco, con lo cual resulta evidente no sólo el carácter engañoso de su letra sino igualmente la intencionalidad sectaria que señala al otro, al afrocolombiano, como portador de antivalores. Por cierto, recuerdo que hace unos diez años cambié mi domicilio porque tenía un vecino que me despertaba a las dos de la mañana o no me dejaba leer en las tardes de domingo por el alto volumen de la música que ponía en medio de su habitual borrachera. El tipo, para más señas, era antioqueño y no “chocuano”; y su color de piel no le vinculaba al pacífico sino a los andes colombianos. ¿Habría que componer la canción “mi vecino es antioqueño”? Creo que no, fundamentalmente porque, al igual que los de Chipuco, confirmaríamos que la discriminación y el racismo pueden vestirse de todos los colores.

Situar mensajes de odio, distinción, discriminación o exclusión resulta posible sin mucho ingenio. Desde el chistecito según el cual una blanca vale por dos negras, refiriéndose a la notación musical, hasta la difusión de mensajes abiertamente difamatorios de los extranjeros, los latinos, las mujeres o cualquiera que porte marcas identificatorias que le excluyen de la ingenua y extendida “mayoría” nacional.  De igual manera, muchos grupos han encontrado en su propuesta musical una estrategia renovada para luchar contra el racismo, el sexismo, la xenofobia, la discriminación, el regionalismo y el nacionalismo avasallante, visibilizándose en su público como promotores de resistencia contra los estereotipos decadentes que estimulan concepciones de supremacía étnica, nacionalista, de género o de clase.

Tal vez por ello Ska, un grupo de crítica y cuestionamiento al orden subyugante de occidente tenga razón al proclamar: 
Tu di no al racismo
que los colores en el mundo vienen siendo lo mismo
no hay ninguna diferencia
el racismo es nazismo
y el facismo es una mierda

Dado que el racismo, la discriminación y la xenofobia existen y se alimentan, cada vez con mayor intensidad, resulta preocupante que, en Colombia, país en el que difícilmente nos tomamos en serio los asuntos de la otredad y la alteridad, de la diferencia y la identidad, un grupo musical decida convertir en objeto de su burla a un conjunto cada vez más creciente de ciudadanos y ciudadanas que portan su pertenencia étnica afrodescendiente en el espacio de la ciudad. A estos, la cantinela o el código de vida urbana les marca para que se blanqueen, para que no expresen valores ni tradiciones que denoten de donde vienen o quienes son, pues así hayan nacido en la ciudad; el color de piel, el lugar en donde viven, la manera en la que hablan, la música que escuchan les identifica externamente y, desde el otro, como universalmente “negros” o “chocuanos” por extensión.

Lo que realmente molesta de la cancioncita en mención, es que Los Cantores de Chipuco persistan en ridiculizar con esterotipos mañidos y arteras estrategias de señalamiento y discriminación a quienes son aun víctimas de estigmatización y desconocimiento identitario. He aquí una razón de peso para pelear en serio y por todas las vías legales posibles, con quienes reducen de tal manera la pertenencia étnica afrocolombiana y vulgarizan los orígenes chocoanos de buena parte de los habitantes de la ciudad.

5 comentarios:

ric dijo...

Todos esos payasos que hacen musica para comercio de diciembre no respetan a nadie con tal de vender, ese es el mundo capitalista

Anónimo dijo...

no quiero defender ninguna posicion y mucho menos ser racista ni xenofobico, pero para nadie es un secreto que un tipo blanco en un lugar donde recurre una mayoria afrodecendiente es tratado con diferencia. no es esto racismo o recentimiento

Anónimo dijo...

Buen tema pa diciembre

Anónimo dijo...

Es triste ver como la música, instrumento de unión y disfrute, tenga mensajes implícitos (que para el caso no son tan implícitos) de racismo, y los presente en forma de burla, la verdad no pertenezco a ninguna comunidad étnica Colombiana, pero apoyo muchas de las cosas que estas personas hacen para cambiar su imagen a nivel local, nacional y global. Pero también me siento en la obligación de resaltar, que quizás en esa búsqueda de rectificación, las comunidades “afro -Colombianas”,; nombre que no comparto, ya que según la concepción antropológica del hombre todos venimos de África; por lo cual todos somos Afro-descendientes , se han enclaustrado tanto en sí mismas que sus círculos sociales y culturales se reducen a solo ellos.
Basta con ir al parque de San Atonío, en Medellín, y ver cómo te miran, y como te hacen sentir, cosa que no tiene explicación alguna, ya que la lucha de las “negritudes” se da pos de la tolerancia y del no al racismo.
Para finalizar aclaro en primer lugar, que el términos de “negritudes” no es por ofender, si no que eso son, eso es identidad cultural, ¿ o es que acaso los indígenas se hacen llamar de una forma diferente a lo que son?, ellos se denominan indígenas, lo cual da claridad a su cultura e identidad, y en segundo lugar un llamado a para que todo repudiemos este tipo de canciones que lo que hacen es desunirnos como habitantes de una mismo barrio, de una misma ciudad, de una mismo, departamento, de un mismo país, y de un mismo mundo, y de una misma raza; todos somos seres humanaos, todos merecemos un trato justo e igualitario

Zoheila dijo...

Estimado amigo (le escribo como mi amigo en Facebook y no como mi jefe) jeje.

He seguido muy de cerca su protesta ante la canción de los cantores de Chipuco con su muy discriminatoria canción: Mi vecino es un chocuano. Por supuesto, al igual que usted me indignó profundamente el mensaje que transmite.

Mi abuelo era afro descendiente y mi esposo lo es, oriundo del Valle del Cauca y tanto él como yo, por nuestra formación y educación, somos unos defensores y trabajadores por la igualdad de razas, credo, clase social y sexo. Le comenté a mi esposo sobre la protesta que usted ha hecho, hasta leímos juntos la carta que usted mandó a ésta gente. Debo confesarle que hasta ese momento no habíamos escuchado la canción. La buscamos en internet y efectivamente nos pareció inapropiada y racista.

En esa conversación que tuvimos con mi esposo analizábamos muchas cosas; principalmente el hecho de que ese día el grupo de jóvenes chocoanos Choquibtown había ganado el grammy y lo pegajosa de la canción. Muchos de nuestros amigos afro descendientes (que son cientos) colocaban sus comentarios en la red de lo orgullosos que estaban del premio. También nos alegró muchísimo y es un orgullo para todo un país, pero al analizar la letra de Choquibtown veíamos que decía exactamente lo mismo que dicen los Cantores de Chipuco. Frases de la canción como: “de donde vengo yo tomamos aguardiente, whisky y si el día es soleado te la pasas enguayabado…tomamos cerveza y nos emborrachamos, etc.” (Traducción: somos parranderos y borrachines) y otras insinuaciones como: somos chismosos, critícame o te critico, no hay plata pa`comer pero si para chupar, bochinches entre los vecinos, etc.

Nos preguntábamos, ¿porqué si los comentarios vienen de los mismo afro descendientes no está mal pero si vienen de los blancos o quien sea si nos sentimos discriminados? ¿No hay algo más allá? ¿Algo para reflexionar? ¿No será que nosotros, los afro descendientes, debemos elevarnos a unas alturas y unos estándares de excelencia y dignidad que de nuestro propio discurso y auto representación no demos una imagen distorcionada de lo que creemos ser, sino que mostremos lo que realmente somos: seres nobles, inteligentes, alegres, tratando de mejorar la calidd de vida, profesionales, solidarios, brllantes, luchaodores, sobrevivientes, etc. ? Debemos hacer un cambio desde el interior. Esa es mi política. Y estoy totalmente de acuerdo con lo que expresa en su carta de protesta: las generalizaciones son muy peligrosas!!! Insinuar que todo un grupo étnico o lo que sea se comportan de la misma forma, es inapropiado.

Me atrevo a hablar con tal propiedad porque viví un año entero en Chocó. Al terminar mi bachillerato mis padres me animaron que para tener una visión mejor del tipo de profesional que debía ser debía dar un año de servicio antes de iniciar mis estudios. Así que en convenio con una organización fui como voluntaria a hacer trabajo comunitario y educativo a la edad de 16 años y viví en Quibdó, Samurindò, Yuto y conocí muchos pueblos y mucha gente maravillosa que no era para nada parecida a la radiografía que muestra Choquibtown. Por eso estudié Educación Rural; por eso cada oportunidad que tengo para hablar sobre el arduo trabajo que tenemos las minorías en lograr la igualdad de condiciones en este país, lo hago.

Le escribí porque al igual que mis amigos vi que colocó su comentario sobre la alegría que nos causa a todos el reconocimiento del grupo musical de Chocó y porque quería compartir con usted mis ideas al respecto, con todo el profundo respeto que le tengo ante lo delicado de los asuntos que se relacionan con éstos tópicos. Espero no me malinterprete.

Me uno a usted a toda acción en favor de la igualdad y la no discriminación! Y en las miles de formas que podemos ayudar a que los estudiantes de nuestra institución puedan crecer con una visión diferente del mundo: “La Tierra es un solo país y la humanidad sus ciudadanos”.

Un abrazo, compañero de luchas
Zoheila

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