Me ha causado mucha curiosidad la inquietud de Francisco Santos porque su primo, el nuevo presidente de Colombia, Juan Manuel Santos no haya hecho ningún nombramiento identitario afrodescendiente en su gabinete ministerial.
El asunto resulta sorpresivo porque Colombia ha suscrito diversos compromisos internacionales contra la discriminación y el racismo, en especial los emanados de la Convención Internacional sobre todas las formas de discriminación racial; a partir de la cual, entre muchas otras políticas de visibilización y reconocimiento, se ha promovido la participación afrodescendiente en cargos investidos de autoridad a todo nivel.
¿Discriminación racial en la designación de Ministros y Ministras?
En su primer artículo, la convención adopta la expresión discriminación racial para denotar "toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública".
Así, si se considera que no incluir a una persona afrodescendiente resulta una abierta forma de exclusión y restricción, así como una manera de establecer preferencias asociadas a la pigmentación y el origen étnico de la cuarta parte de las y los colombianos, ello resulta siendo una nueva evidencia del carácter segregacionista de dicha práctica, rota con la designación de Paula Marcela Moreno como ministra de Cultura en el gobierno del expresidente Alvaro Uribe.
De igual manera, la no designación de una persona por su color de piel contraría la convención en su artículo quinto, al negar a las y los afrodescendientes el derecho de "participar en el gobierno y en la dirección de los asuntos públicos en cualquier nivel, y el de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas".
La política étnica de museo
Queda claro entonces de lo que se trata: el gobierno del Presidente Santos no considera pertinente insistir en una política del reconocimiento que enfrente el hecho de que Colombia ha vivido por largos doscientos años de vida republicana sucesivas e históricas exclusiones que han marginado a amplios sectores de la población de la conducción de los asuntos públicos en razón de su color de piel y procedencia étnica.
No obstante, para no dejar el sinsabor de elitismo e insistencia en viejas supremacías en tan abierta exclusión, el Presidente Santos se reunió con autoridades indígenas en la Sierra Nevada. Muy bello el ceremonial de reencuentro con los elementos de la maternalidad humana, a los que el Presidente se comprometió a cuidar y preservar; sin embargo, tal ritual está lejos; muy lejos de evidenciar una práctica incluyente de la diferencia.
Lo que las y los colombianos que adscribimos a una identidad étnica aspiramos es a vivir en un país en el que no se nos deje al margen de la vida pública ni se nos estigmatice como incapaces ni se nos vanalice por el hecho de portar una piel y una tradición cultural diferente. La calidad con la que la exministra Moreno gestionó y adelantó importantes acciones de defensa patrimonial, reconocimiento étnico e identitario, mercado cultural y gestión cultural local, nacional e internacional resulta protuberante como para que, sin más, tal empeño haya sido invisibilizado por la decisión, hay que decirlo, discriminatoria del Presidente Santos; a quien habría que denunciar, no sólo porque lo haya dicho su primo sino porque faltó a compromisos nacionales de visibilización étnica, ante el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial.
Esperemos que pronto advierta su equivocación y pueda dar crédito a quienes aspiramos que este sea un gobierno en el que, para las étnias colombianas, también haya llegado la hora de la prosperidad.
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