
El placer de ser Rector
Arleison
Arcos Rivas
Un país debería ser medido no por la
grandiosidad de sus economías sino por la estrepitosa algarabía de sus aulas.
Junto a la minusvaloración social
por la docencia, la dirección escolar ha debido resignarse a la pobre condición
de ser vista como instrumental y al servicio de la burocracia oficial. Administrando
precariedad, bajo el peso de múltiples presiones y dependencias ridículas, los
rectores no sólo suelen afirmar que se sienten solos en su labor sino además
vilipendiados, calumniados, maltratados, agredidos e incluso injustamente zaheridos por
funcionarios que, en otro modelo y bajo consideraciones más nobles, deberían
ser sus aliados, asesores y apoyo en el control disciplinario, la inspección y
vigilancia y, especialmente,[…]