sábado, 31 de octubre de 2009

Retos del sistema educativo con el decreto 1290


Evaluar es el asunto más complejo e interesante del proceso de enseñanza y aprendizaje. Sin embargo, suele ser frecuente que las y los actores involucrados en ese proceso escolar, desconozcan su finalidad, su sentido y su utilidad; en buena medida, producto del modelo de gestión escolar tradicional en nuestro país.


Una de las herramientas que hoy tenemos para fortalecer una práctica crítica respecto de la evaluación en el aula la aporta el decreto 1290 de 2009, cuyo énfasis en la evaluación como un componente formativo orientado a la gestación de aprendizajes, genera temores en algunos sectores.

¿Por qué?
Advierto tres razones para ello:


1. En primer lugar, cierta intimidación aparece cuando se deja en manos de las Instituciones Educativas la regulación de su propio sistema evaluativo, en aras de fortalecer la autonomía regulada propia del escenario de escolarización básica y media.

Es claro que, en el contexto educativo colombiano, marcado aun por una presencia patriarcal del Ministerio y las Secretarías de Educación, la autonomía es toda ella novedad.

Sin embargo, no debería generar temores el asumir esta tarea con criterios ciertos, sopesados, que acudan a los aportes de la investigación evaluativa y aporten a la significación de la escuela como espacio crítico y a la docencia como una profesión que consiste en enseñar; es decir, en gestar aprendizajes.

2. Con el decreto 1860, luego con el 230 y ahora con el 1290, la tradición inquisitiva asociada a la calificación como un instrumento de control y punición en manos exclusivas del docente en su área y su aula se ve súbitamente enfrentada a la evaluación como soporte de relaciones horizontales que posibilitan la construcción del aula como un ambiente propicio para la democracia, en la que la voz y las acciones de todas y todos importan y son centrales.

Sin embargo, no deja de preocupar que, 19 años después de articular una Ley General de Educación que define fines claros para el proceso educativo formal y aporta los soportes referenciales de las actuaciones evaluativas, aun se confunda el acto de calificar con la acción de evaluar y, peor aún, que se conciba la evaluación, en las prácticas docentes e institucionales, como una herramienta para sancionar, expulsar y declarar el destierro del inepto, del mediocre; del incompetente, como se lo llama.

3. Caminar con nuestros propios pies; aprender a enseñar y enseñar para aprender resulta siendo un camino poco transitado en la escuela, marcada por los deseos, intereses y decisiones nacidas por fuera de sus muros.

Ni su distribución en tiempos, en intensidades, en diseños de áreas, en asignación de funciones, entre otros; han sido asuntos que la escuela pueda, por sí sola, desarrollar. A la escuela la mandan y en ella las y los diferentes actores suelen hacer la tarea que alguien definió sin consultarle.


Superar estas tres evidencias de un modelo de gestión escolar atávico y lanzarse decididos a construir la otra escuela posible, aparece en el horizonte educativo hoy como una prioridad, curiosamente concentrándose a partir de las actuales discusiones respeto de los Sistemas Institucionales de Evaluación.

sábado, 17 de octubre de 2009

Enseñar con todos los medios disponibles

Hace algún tiempo reflexionaba sobre el hecho de si es posible aprender sin computadores. Dado que la respuesta a esa pregunta capsiosa parece obvia, quiero insistir en ella:


"Esta pregunta (afirma Jaime Parra Rodriguez) es equivalente a plantear si se aprende más o menos usando el lápiz. Nosotros creemos que para evaluar la funcionalidad que tiene este instrumento en términos de aprendizaje, tenemos que tener en cuenta las propiedades emergentes, es decir, las propiedades que surgen de las relaciones que se presentan entre computadora, agentes educativos (maestros, padres de familia) y escenarios socioculturales (formas de organización del aula y de la escuela)”.

Resulta claro que el asunto remite al papel de los medios o recursos en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Al igual que otros recursos, el computador contribuye a mediar en dicho proceso sin reemplazarlo.

Los recursos se integran al proceso y, eso es esperable, lo afectan. De lo contrario, ¿Por qué interrogar a los docentes cuando reducen su práctica en el aula al uso de tiza y tablero?

La docencia, en términos de cualificación de la enseñanza, requiere afincar tres procesos claves para producir una escuela con sentido: El proceso que lleva a la rigurosidad docente al enseñar y acompañar la apropiación técnica, conceptual y actitudinal en las y los escolares; el que lleva a los alumnos o estudiantes a articular dispositivos mentales para explorar e indagar respecto de lo que aprende y, finalmente, las mediaciones respecto del saber disciplinar que se enseña y se aprende y que pasan por los recursos disponibles, las políticas institucionales, los criterios evaluativos y los propósitos del aprendizaje.

Dicho eso, los medios siguen siendo medios y nada más.

sábado, 3 de octubre de 2009

¿Para qué la escuela?

La escuela es un espacio fértil que suele hacerse desierto muy frecuentemente. A menudo la necesidad de moverse, de mutar y gestar posibilidades para transformar los acontecimientos tanto como la larga duración de los procesos de formación en la escuela suele ser un interrogante que viene de lejos y de afuera.

Quiero citar un documento oficial para decir, con otras palabras, lo que he venido diciendo en las entradas anteriores:

" La escuela desde la perspectiva de esta propuesta (para la comprensión) , es entendida como el centro cultural másimportante de la comunidad. Allí se prepara a los transformadores de la sociedad, y es posible formar sujetos activos, críticos, solidarios, que sean capaces de someter a revisión y crítica la misma sociedad y sus productos culturales. También en la escuela se desarrollan prácticas para dinamizar procesos de convivencia y habitabilidad en la comunidad especifica de la cual hacen parte".

"La enseñanza inscrita en un marco social que respete la diversidad y propicie una dinámica democrática en la escuela, requiere la formación de equipos de docentes que comprendan analicen, e intervengan de manera adecuada sus propios contextos; esto implica que el maestro se constituya en sujeto autónomo con capacidad de reflexión y crítica sobre su propia práctica, para trascender esquemas y creencias que subyacen a la misma"


" Desarrollar este tipo de relación entre estudiantes y profesores requiere cierto tiempo, dado que los estudiantes que han trabajado con profesores que establecen relaciones autoritarias en la clase desconfían algunas veces de los profesores que no asumen este papel, su experiencia les impide desarrollar nuevos tipos de relaciones. Sin embargo sin la construcción de nuevas relaciones, la escuela seguirá siendo un lugar donde los estudiantes realizan de manera
heterónoma tareas que le asignan los profesores; bloqueando de esta manera la riqueza de la relación intersubjetiva ". (
Lee el documento completo)

¡Cómo no entender que no otra es la razón de ser del escenario escolar!

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